¿Deporte y euskera unidos? Salvo excepciones, generalmente ha resultado ser un binomio imposible. De ahí el intento por convertir el euskera en compañero de viaje del deporte, para que también el euskera sea una parte importante del tiempo libre de niñas/os y jóvenes.
En euskera, se hace referencia al deporte utilizando la palabra “joko”… o “jolas”. En opinión de Johan Huizinga (2008), a través del juego nos ale-jamos de la rutina y del día a día, y nos sumergimos en otro mundo, donde (casi) todo es posible.
El proyecto Ma’isah habla de las opcio-nes que se abren a través del deporte.
Antecedentes: D ereduko kirola
Qué opciones tiene hoy la población infantil y juvenil de 12-16 años para “vivir” en euskera? A la mayoría, la escuela les ofrece un espacio para expresarse en euskera, pero, ¿qué sucede fuera de ese ámbito?
Estas preguntas fueron el punto de partida del proyecto de investigación-acción D ereduko kirola, puesto en marcha en 2016. Entonces, se llevó a cabo un estudio in situ, interviniendo en los propios clubes, hablando con entrenadoras/es y jóvenes jugadoras/es, y observando de primera mano el ambiente y las dinámi-cas de los clubes. Al final, se trataba de acercarnos a los espacios deportivos y co-nocer de cerca las vivencias de niñas/os y jóvenes deportistas.
A lo largo de tres años, compartimos cancha, frontón o campo de fútbol con todas/os ellas/os. Ver vídeo.
Esta investigación denominada D ereduko kirola se desarrolló entre 2016 y 2018. Posteriormente, a la vista de los resultados obtenidos, se decidió seguir avanzando en esta línea de trabajo, tanto en el ámbito de la investigación y la producción teórica, como en la dimensión aplicada, siempre tomando como base la triada juventud-deporte-euskera.
2019. A lo largo de 2019, además de publicar y difundir los resultados del ciclo 2016-2018, se dieron los primeros pasos para su mate-rialización práctica. Además, se trabajó en el diseño de un nuevo estudio para el pe-riodo 2020-2022, denominado Euskara Kirolkide.
Euskara Kirolkide: objetivos
El objetivo principal es seguir profundizando en la triada juventud-deporte-euskera, de cara a poder incidir en la misma de un modo más eficaz. En esta labor, el punto de partida han sido las conclusiones extraídas de la fase anterior, y que llamaban la atención sobre el potencial de los clubes para generar entornos de confianza orientados a la promoción de la presencia y el uso del euskera.
El objetivo principal de Euskara Kirolkide es definir el club como un lugar seguro para el euskera; esto es, como un espacio de deporte-ocio generador, además, de un entorno de confianza para el euskera. Una definición que pretende incluir propuestas, materiales e instrumentos para su aplicación.
Las personas jóvenes pueden encontrar en los clubes deportivos condiciones estimulantes para el uso del euskera: actividades que les motivan, un ambiente cercano, colaboración, amistad, respeto, un espacio de aprendizaje… Asimismo, el euskera puede ayudar a crear y/o fortalecer el equipo. De este modo, el deporte constituiría un puente entre la escuela y la calle, incidiendo en el proceso de socialización y aprendizaje en euskera de los jóvenes hablantes.
Na Gaeil Óga, club deportivo creado para hablar en gaélico irlandés.
La idea de espacio o entorno seguro es clave en el proyecto Euskara Kirolkide. Hemos estado trabajando en su definición, y lo seguimos haciendo. Una caracterización en la que toman parte tres elementos:
Puedes leer aquí el artículo “Babesguneak: euskal hiztun gazteak aktibatzeko aukera”.
Grupo, relaciones
Rosemary Clark-Parson (2018, 2130) define la idea de espacio seguro como un trabajo relacional, un trabajo de interacción (relational work). Una descripción similar a la propuesta por Miren Guilló desde el punto de vista de la antropología feminista (Guilló 2020, 134):
«designar un espacio como seguro tiene que ver con la forma de estar en ese grupo: no juzgar las opiniones de los demás; escuchar con respeto; crear espacios de empoderamiento mutuo; básicamente, consistiría en actuar de forma tranquila, libre y responsable».
Relaciones, grupo y formas de estar, serían tres condiciones para fijar las bases de un entorno de confianza.
Participación, esfuerzo
Un espacio seguro no es algo que nos venga dado, sino que debe construirse a través de la práctica y la iniciativa. Hay que constituir el grupo, y en esa labor de “creación” radica otra de sus facultades, porque ese trabajo queda en manos de las personas miembros del grupo. Esto da margen para la creatividad y el riesgo, asumiendo la capacidad de decisión de miembros y hablantes. Las personas somos seres y hablantes imperfectos, y dentro del grupo podemos mostrarnos como tales, porque existe un clima de confianza, porque es un marco para la práctica donde, además, se favorece la asunción de riesgos.
Proceso compartido, acompañado
El club y los entornos de confianza han emergido en la investigación como un continuum, como pasos de un proceso transformador (Hunter 2008, 16). En este proceso de aprendizaje que albergan los espacios seguros puede ocurrir que no todas/os tengan los mismos objetivos. Es por ello por lo que permiten experimentar y vivir las diferentes formas de ser hablante de euskera; un aspecto que abriría nuevas oportunidades y retos a la sociolingüística (vasca).